¡No me lo puedo creer! Una estampida de consumidores ávidos de rebajas mata a pisotones a un empleado de Wall Mart. ¿Consumidores? No, delincuentes animales. Me recuerda a los rebaños de ñúes en el Serenguetti que, una vez que uno comienza a pasar el río, van todos detrás. Y da igual a quien pisoteen o si los cocodrilos se pegan un festín con uno de cada cien. Lo que importa es reventar las puertas y seguir a la manada. Aunque estemos en crisis y vayamos al matadero de tu nómina, o sea, un centro comercial.
Aquí tenemos dos una versión más pacífica: la tipa esa que cada temporada de rebajas aparece a las puertas de un conocido centro comercial de Madrid. Y saluda a la cámara y todo. Que orgullo verla. ¡Póngase a trabajar, coño!
Metáfora de los tiempos actuales, la noticia, aparte de triste, dice muy poco de las personas que estaban allí congregadas para gastarse su, probablemente, ajustado salario. Quizá les pasa como a la bolsas, que suben y bajan al unísono y sin una explicación racional. Eso sí, dejan detrás un reguero de despidos, espirales de precios y muerte por hambre. Males que se ceban en los más débiles, como le pasaba al pobre empleado que estaba a la puerta del hipermecado sin saber lo que le esperaba. Ojalá que ninguno de estos botarates (ahora también homicidas) tenga responsabilidad alguna ni tome decisiones importantes por ninguno de nosotros. Aunque con esas similitudes entre la moderna economía y los borregos, igual son brokers de la bolsa de New York, directivos de banca en apuros o de empresa automovilística. Tiemblo sólo de pensarlo.
Metáfora de los tiempos actuales, la noticia, aparte de triste, dice muy poco de las personas que estaban allí congregadas para gastarse su, probablemente, ajustado salario. Quizá les pasa como a la bolsas, que suben y bajan al unísono y sin una explicación racional. Eso sí, dejan detrás un reguero de despidos, espirales de precios y muerte por hambre. Males que se ceban en los más débiles, como le pasaba al pobre empleado que estaba a la puerta del hipermecado sin saber lo que le esperaba. Ojalá que ninguno de estos botarates (ahora también homicidas) tenga responsabilidad alguna ni tome decisiones importantes por ninguno de nosotros. Aunque con esas similitudes entre la moderna economía y los borregos, igual son brokers de la bolsa de New York, directivos de banca en apuros o de empresa automovilística. Tiemblo sólo de pensarlo.
2 comentarios:
ummmm,
después de leer este post, con el que estoy de acuerdo, me surge una pregunta de tipo personal: no crees que lo que escribes entra en contradicción con el trabajo que desempeñas? No es el marketing el arte de inducir a comprar un producto que puede que realidad no necesitemos?
Saludos!
El marketing persuade (tanto para la compra de un producto como la adopción de una idea). Pero la filosofía del marketing se fundamente en el respeto a la libertad del comprador o ciudadano y la no coacción. De esta manera, es éste sujeto el responsable de su elección, aunque esta sea reprobable (por ejemplo, las campañas tabaqueras o contra el tabaco). Se supone que por mucho anuncio que haga, si el producto no es bueno, el marketing mix dará lugar a un fracaso total. El marketing no decide si necesitamos algo o no, es el consumidor o ciudadano.A partir de ahí, podemos comentar las posibilidades de éxito de productos o ideas (como el nazismo, por ejemplo) en determinados contextos. O el grado de madurez de ciertos ciudadanos para discernir entre deseos y necesidades. De esto último, si te avanzo, que el marketing no se ocupa principalmente, excepto con los códigos éticos respecto a ciertos colectivos (por ejemplo, tabaco y niños).
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