sábado, 25 de septiembre de 2010

Cuencas mineras: el futuro no está en la mina




Estos días vemos en la tele la marcha de los mineros en busca de respuestas a sus justas inquietudes. Muchos de ellos no cobran sus nóminas desde hace meses. Además, sus patronos han recibido importantes subvenciones cuyo destino ha sido, como mínimo, inadecuado. Para estos, lo mejor sería que la fiscalía actuase.

Sin embargo, lo peor no es dejar de cobrar 6 meses de salario, sino quedarse sin trabajo y sin futuro para ellos y sus hijos. ¿Qué hacer?

La minería en España ha sido tradicionalmente un negocio ruinoso. Esto puede parecer políticamente incorrecto, pero la verdad es que sin subvenciones, las minas hubieran cerrado hace décadas. Los días en que la mina cierra se pierde menos dinero que cuando están en marcha. Por no hablar del coste én términos de muertes y de menos años de vida que muchos mineros y sus familias han sufrido tradicionalmente.

Ahora bien, seguir haciendo lo que hasta ahora, ¿es el camino? Pues yo creo que no. Respeto que los mineros estén dispuestos a caminar 400 km hasta Madrid si hace falta para defender su derecho a un futuro digno. Pero lo importante no es el futuro de la mina, sino de la comarca minera.
En efecto, es importante distinguir las dos cosas. De lo contrario, llegaremos a la conclusión de que la única posibilidad es que nuestros impuestos sigan subvencionando nuestro caro carbón, ¿por siempre?

Lo que necesitan esas comarcas es apoyo del estado. Sí, pero para poder encontrar un futuro que no dependa de esas subvenciones. No es justo ni para las comarcas ni para el resto de ciudadanos aceptar el statu quo actual sin alternativas ni oportunidades. Y repito. Estoy a favor de que mis impuestos subvencionen por un periodo determinado, pongamos 10 o quince años, el desarrollo de actividades alternativas. Supongo que a los mineros no les hará tampoco mucha gracia que sus hijos no tengan otra posibilidad que bajar al pozo. Las posibilidades son unas cuantas, pero, teniendo en cuenta que se trata del sector energético, deberíamos seguir apostando por ello. Eso sí, en versión renovable y siglo XXI. Algunos dirán que es más fácil decirlo que hacerlo. Pero la situación actual no es fácil. Ni justa.