Pasmado e indignado me he quedado esta mañana oyendo al Presidente de la Conferencia Episcopal pidiendo que olvidemos el pasado. Es decir, que no se hable de la memoria histórica, de la guerra civil, de la dictadura o del papel (o sea, el apoyo) que la Iglesia Católica brindó a Franco.
¿En qué página del evangelio se predica el olvido? Recuerdo leer la parábola del buen samaritano en la que se hablada del perdón, pero no de olvidar. Y es que las altas jerarquías de la Iglesia hacen un ejercicio de doble hipocresía:
1. Pedir olvido intentándolo confundir con el noble ejercicio del perdón. Máxime cuando el perdón exigiría un previo reconocimiento de los pecados y errores. Les recuero, queridos lectores que ellos llamaron "Cruzada" a la sublevación contra el gobierno legítimo de la II República en España. Es decir, que desde el principio se pusieron del lado del bando fascista. No me extraña que utilicen esa frase obscena de "hay que liberar a los jóvenes de los lastres del pasado" para pedir que no sepamos que papel jugaron entonces (y ahora).
2. Pedirnos olvido cuando ellos elevan a los altares a nosecuantos "mártires" de la guerra civil Española. Pero que poca vergüenza, ¿no? A este, que lo mataron los rojos, lo beatifico. Pero este, que está en una cuneta esperando a que sus familiares exhumen sus restos, no oiga, olvidemoslo todo.
Olvido, ¿solo para unos?
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