martes, 29 de septiembre de 2009

La izquierda europea está hecha una mierda



Así como suena. Tras el bochorno que están pasando los grandes adalides del neoliberalismo bancario y especulativo, resulta que los partidos de la izquierda tradicional están saliendo escaldadísimos de sus contiendas electorales. Alemania ha sido el más reciente ejemplo: su peor resultado en 60 años.



Y no es ninguna broma. De los 27 países de la Unión Europea la derecha gobierna en la inmensa mayoría (creo que 21). Las grandes excepciones son: Gordon Brown en Gran Bretaña, que espera un enorme descalabro frente a los conservadores. Sócrates en Portugal, que acaba de ganar después de la desastrosa campaña de su rival de derechas. Y, por supuesto, ZP en España.

Ante este panorama, ¿Qué están haciendo mal estos partidos? Cuestiones tan graves como esta nunca admiten una respuesta fácil. Sin embargo, creo que la izquierda europea lleva décadas haciéndolo mal. Cuando digo mal, no digo rematadamente mal. Pero sí creo que para que te voten, es necesario ser creíble. La derecha no promete el oro y el moro. Pero la izquierda nació para cambiar el mundo, no para dejarlo como estaba ¿No es así?

La izquierda se asienta sobre un pilar fundamental. El Estado (y la sociedad, no el individuo). Si la conciencia social es cada vez más individualista, pues ese papel se debilita y la propuesta de la izquierda pierde credibilidad. La sociedad no cree que el Estado les vaya a sacar las castañas del fuego luego, ¿Para que votar a estos?
Alguien podría decir que la crisis actual y siendo culpable la codicia y el afán especulador, la socialdemocracia tiene una oportunidad. Personalmente, no estoy seguro de que ese análisis tan sesudo sea propio de la inmensa mayoría de la sociedad. Vamos, que no hay tanto intelectual suelto.

Otro aspecto que me entristece profundamente, es que la izquierda se ha ganado muchas cosas a pulso. Hemos demostrado tener la misma capacidad para defraudar a la gente que la derecha de la que, supuestamente, somos la alternativa. Por ejemplo: ¿ Qué gobierno suprimió el Impuesto sobre el Patrimonio en España? El del PSOE. A mí y a muchos otros no nos vale ni intentar justificar eso ni decir eso de “sí pero también hemos hecho cosas buenas”. Joder, es que no lo entiendo. ¿Es que alguien vota a un partido de izquierda para que suprima ese impuesto y que además, facilite los trámites del divorcio? Pues no. Vota por lo segundo y se cabrea, con razón, por lo primero.
Otro ejemplo de España: ¿Qué partido introdujo los contratos basura en 1994? El PSOE otra vez. Si era necesario flexibilizar el mercado laboral para crear empleo, ¿Hacía falta a cambio poner en una situación tan vulnerable a jóvenes y otros colectivos? Una cosa es tomar decisiones valientes (subir algo los impuestos para pagar prestaciones sociales, tirar adelante una reconversión industrial) y otra hacer lo contrario para lo que se coloca en el poder.
Tercer y último ejemplo: ¿Cómo es posible que Tony Blair sea miembro del Partido Laborista y que durante un tiempo fuese la gran esperanza de la izquierda europea? ¡Pero si aparece en la foto de las Azores ¡ No, no y no!

Si no soy creíble, ni predecible, no soy sustancialmente mejor que el otro y tengo fama de ser peor gestor, ¿ Perderé el apoyo popular? La respuesta es sí. El electorado hará probablemente varias cosas:
1. Dejar de apoyar a la izquierda tradicional, apoyando a la alternativa de la derecha.
2. Dejar de apoyar a los grandes partidos. Es decir, a la socialdemocracia le están creciendo los enanos por la derecha populista, pero también por la izquierda. Sólo que estos últimos son todavía demasiado enanos y no gobiernan en casi ninguna parte.
3. Abstenerse, lo que nos lleva al problema de la desafección.

La derecha vivió su particular travesía del desierto hasta los años 70. Y si resurgió fue precisamente porque apeló a su ideario tradicional aderezado con un toque de “y no tengáis miedo, que vamos a quitaros lo que ya habéis conseguido”. La izquierda, por el contrario, se ha quedado atascada y perpleja, pues su mensaje tradicional no es escuchado con la misma atención y para colmo, es contradictorio (véanse las contradicciones arriba). Ejemplo de lo primero: el PSOE trajo las pensiones... hace casi 20 años de eso ya, hombre.
Creo que el futuro de la izquierda pasa por algo así como: vamos a defender los valores tradicionales de igualdad y solidaridad, pero también vamos a apostar por la responsabilidad individual y a premiar el esfuerzo de aquellos que ganan dinero, sí, pero que también nos proveen de los bienes y servicios que necesitamos. Diseñar un proyecto COHERENTE con tus principios, aunque no sea revolucionario (esto último, ni falta que hace, dejémoslo a los comunistas y que saquen el 5% de los votos). La tercera vía fue un buen intento, pero sus propios partidarios han resultado ser claramente de derechas, amigos de Bush o mentirosos, así que se la cargaron bien rápido. ¡Otro ejemplo claro!

domingo, 27 de septiembre de 2009

Subida de impuestos inoportuna







Ya se ha anunciado la subida de impuestos. Al menos, no se podrá decir que este gobierno no tiene huevos de tomar decisiones impopulares como:



1. Retirar la deducción de 400 Eur en el IRPF.

2. Subida de 2 dos puntos del IVA general (del 16 al 18%), del 7 al 8% en el IVA reducido y, eso sí, sin tocar el superreducido del 4%. Éste último no varía, de cara a no perjudicar a las clases más desfavorecidas. El mecanismo es simple: si los pobres gastan más en leche, pan o huevos, no pagarán más impuestos.

3. Aumentar la tributación del capital: esta es la medida que sí afecta claramente más a los ricos, aunque su repercusión presupuestaria será muy pequeña.

Los efectos de esta reforma se dividen en dos: los economómicos y los políticos. En cuanto a los primeros, temo que esta subida sea inoportuna. Estoy seguro de que en el consejo de Ministros y en el PSOE se cree en un potente Estado de Bienestar para España. No nos engañemos, para tener servicios daneses necesitamos pagar impuestos daneses. Si alguien defiende lo contrario no tiene más que mirar a los países de su alrededor. Como además, la inflación es baja, pues aumentar el IVA tendrá efectos moderados sobre los precios. De la misma manera, el equipo econocómico del primer partido de la izquierda en España está dominado por una visión muy moderada y claramente a la derecha de la socialdemocracia. Tanto es así que ha sido el gobierno del PSOE el que ha eliminado el Impuesto del Patrimonio. Una figura fiscal que, si bien recaudada unos escasos 1800 millones, era claramente progresiva. No debería haberse suprimido nunca.

Esta paradoja se plasma en que durante los años de gobierno Zapatero ha habido claras reformas sociales en ámbitos tan diversos como el matrimonio, la dependencia o, más recientemente, el aborto. Sin embargo, la política fiscal nunca ha sido valiente (es decir, recaudar y gastar más) y se puede decir las reformas que no han supuesto gastar más lo han tenido más fácil.

Ahora nos encontramos con la necesidad de mantener o mejorar las prestaciones sociales (Zapatero ha mejorado incluso la asistencia a los parados, por ejemplo) y, a la vez, cubrir un déficit presupuestario mucho mayor de lo que el gobierno esperada. Conclusión, aumentemos el ingreso porque las partidas del gasto están comprometidas. Eso puede cuadrar las cuentas del gobierno, pero puede dificultar la salida de la crisis que, tratándose de un ciclo económico, debería llegar para finales del año que viene (trimestre arriba, trimestre abajo), cuando estas medidas estén en vigor. Mi opinión es que el Estado debería seguir gastando más de lo que ingresa, pues a largo plazo, ese esfuerzo se verá recompensado con una mayor actividad económica y, por tanto, más impuestos. Lo importante para este gobierno es que de cara a las próximas elecciones hayamos salido con fuerza de la recesión.

Políticamente, además, va a ser difícil vender a la sociedad española estas medidas. No sólo porque a nadie le guste rascarse el bolsillo, sino también porque en la coyuntura actual esto es un jarro de agua fría. El PP lo tiene claro, aunque nunca se atreverá a concretar su reducción del gasto público. Pero tengo que deplorar que el mismo gobierno que derogó el Impuesto de Patrimonio suba ahora figuras tributarias menos progresivas. Paro y subida de impuestos, un cóctel que ZP podría pagar muy caro.