domingo, 13 de febrero de 2011

Un pueblo se mueve





Los egipcios han sido capaces de dar una patada en el c... a Hosni Mubarak. Es paradójico el complejo de superioridad que empleamos en Occidente al hablar del resto del mundo. Especialmente grave es la manera de referirnos a la sociedad árabe, por no hablar del África subsahariana. Los clichés acerca de sus bárbaras costumbres, su religión ultramontana, su escasa cultura y su supuesta incapacidad para gobernarse en paz afloran a los cinco minutos de hablar de ello. Pues ha sido Egipto, uno de los países más poblados de África, el que ha dado una lección de democracia al resto del mundo. Una revolución prácticamente incruenta ha puesto patas arriba un régimen que parecía hasta hace nada inamovible. Ningún observador hubiera apostado un euro por este desenlace hace tan sólo 3 o 4 meses. Incluso aquellos que tuvimos la oportunidad de visitar el país no hace tanto nos encontramos con una sociedad que, aunque ansiaba mayores cuotas de libertad y bienestar, parecía aceptar pasivamente los designios de la élite que los gobernada. De hecho, Egipto no es ni el más pobre ni el más oprimido de los países sometidos a regímenes autocráticos. Es en cierto modo sorprendente la velocidad con la que, además, se han producido los acontecimientos. Bastante distinto a otras dictaduras como la franquista, que no acabaron sino con la muerte del dictador. Es decir, que el supuestamente aguerrido pueblo español no fue capaz de hacer lo mismo que el egipcio.

Mientras tanto, Europa ha vuelto a dar un patético ejemplo de su creciente inoperancia a nivel mundial. ¿Dónde esta la alta representante de Política Exterior y Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton? Pues no sé. Lo que sí sé es que algunos ministros franceses disfrutaron sus recientes vacaciones invitados por los sátrapas tunecinos y egipcios. Una lección de humildad a los opulentos y torpes europeos.