lunes, 25 de agosto de 2008

Algunos periodistas no son más que carroñeros


No sé si será la falta de noticias que provoca el verano o que la ética profesional de algunos mengua cada vez más pero el hecho es que estoy sintiendo vergüenza ajena con el trato que la mayoría de medios dispensan a la catástrofe aérea de Madrid.

Estoy hasta las pelotas de personas sin ningún tipo de formación al respecto opinando sobre las posibles causas del siniestro, especulando sobre los culpables, poniendo en duda la honestidad y el buen hacer de muchos profesionales y responsables institucionales, incordiando a los familiares de las víctimas, creando una falsa alarma social y, de paso, ganando dinero con ello. Me consta, además, que ha habido periodistas infiltrados que, haciéndose pasar por familiares de víctimas, se han colado en las salas de espera a ver si podían sacarles una jugosa declaración.

Lo peor, sin embargo, es que los televidentes no filtran la información y ya les va bien escuchar a quien la dice más gorda. No hay más que escuchar lo que se dice en las tertulias: "pues dijeron que un pasajero quiso bajar..." "Hubo una avería y aún así quisieron despegar...". Muestra de ello son los informativos de Telecinco. Con la excepcional labor que hicieron con la cobertura del Prestige o la guerra de Irak y ahora... vaya mierda. ¡Boicot a los medios que hacen de esta catástrofe un espectáculo!

miércoles, 6 de agosto de 2008

Los deportistas tienen derecho a hablar de política



Me indigna que las autoridades políticas chinas se empeñen en que no se hable de política en los juegos. Bueno, son las mismas autoridades que se empeñan en que no se hable de política nunca, bajo pena de cárcel, torturas o lo que sea.

Pero aún peor es que el COI asuma que política y deporte no se mezclen en un juego hipócrita. Todo el mundo sabe que el gobierno chino aprovecha los juegos para presentar su cara más amable al mundo. Una maniobra de lo más legítima. Lo que no es de recibo es que el COI, que gana dinero a espuertas con los juegos y está compuesto por algunos personajes de renombre, asuma esos postulados sin pestañear. Es decir, su política es jugar a no hacer política. Pragmatismo u oportunismo para mí, por utilizar dos términos suaves. Otro término menos suave sería la falta de ética o, directamente, que son unos fachas, o que les parece incompatible la carta olímpica y los valores olímpicos con la defensa activa de los derechos humanos. Y es que, el que no quiere dar sus opiniones políticas, o bien tiene miedo de confesarlas o es que no son demasiado válidas.

Los vínculos entre deporte y política siempre han sido ambiguos y peligrosos. De hecho, gobiernos de todo signo han tendido ha hacer bandera de ellos. Baste con saber que los deportistas que llevamos a los juegos van pagados con nuestros impuestos (cosa que acepto pero es bueno que se sepa). Y como personas individuales, tienen que tener el derecho a dar sus opiniones sobre cualquier tema incluyendo, faltaría más, la política. Y si es sobre derechos humanos o libertades en China, más aún. Tampoco les voy a pedir que sean unos héroes y se jueguen su participación en los Juegos Olímpicos por unas declaraciones a un periodista pero les animo a que, al menos, una vez acabada su participación, digan lo que piensan. ¿Qué tal un “ Me parece vergonzosa la aplicación de la pena de muerte en este y en cualquier otro país?”*

Por último, a nuestro gobierno le pediría fuese un valiente a la hora de defender la libertad de expresión de nuestros nacionales en China, aunque sean deportistas, ¿eh María Teresa (Fdez. de la Vega)? Hay motivos de sobra para no callarse.

*Ojo, que no se emocionen todos delante de los micrófonos. Tener el derecho a hacer declaraciones políticas no implica que el que las hace acierte siempre (baste como ejemplo el actor Joel Joan y sus histriónicas manifestaciones sobre la opresión que sufrimos los catalanes o las opiniones culturales de Sofía Mazagatos). Ser famoso no exime de ser hacer el ridículo y, de hecho, algunos no pueden evitar vomitar chorradas por la boca.

martes, 5 de agosto de 2008

Crisis


A estas alturas, a nadie se le oculta lo difícil del momento económico. Personalmente, me da igual si se le llama crisis o desaceleración. Técnicamente no estamos aún en recesión (2 trimestres consecutivos con tasas de crecimiento negativo) pero eso importa poco al albañil que tema quedarse ahora sin trabajo o que esté cobrando el paro.

También es cierto que esta no es la primera crisis, ni será la última ni la peor que habremos vivido. Me explico:


1. España tiene ahora una economía mucho más diversificada que en el 92, último periodo recesivo de nuestra historia. Esto quiere decir que hemos modernizado nuestro tejido productivo, así como nuestra capacidad para atraer y retener inversión y talento. No todo es ladrillo. Nuestra población laboral tiene más capacidad y preparación y, aunque no me guste, el mercado laboral es mucho más flexible desde mediados de los noventa.


2. El gobierno dispone ahora de un superávit público (diferencia entre ingresos y gastos) que empleará para estabilizar la economía. Es decir que tirará adelante más proyectos de obra pública, pagar más prestaciones por desempleo o nos ingresará 400€ en la nómina para que el tren de la economía no se pare. En el año 92, el déficit y la deuda pública eran mucho mayores, con lo que no se pudo recurrir al gasto público con tanta facilidad.


3. Los tipos de interés ( el Euribor), se acercan al 6%. Si bien son altos y el nivel de endeudamiento de las familias (el mío personal incluído) también lo es, están muy lejos de los 12,15 o 20% de principios de los 90.


4. La inflación es las más alta de los últimos 11 años. Cierto, pero es más baja que en la última recesión. Así que los lamentos sobre el precio de los tomates y la gasolina no son nuevos.

¿Cuándo llegará la recuperación? Aviso: lo peor está por llegar. Él último trimestre del año y hasta mediados de 2009 veremos mayor destrucción de empleo (hasta ahora se ha generado más paro pero también más empleo). 2010 será el año de la recuperación, cuando las familias gasten con más confianza, las empresas inviertan más y, por qué no decirlo, después de que hayan cerrado unos cuantos negocios ahora irrentables. Ni fórmulas mágicas para salir de la crisis ni el apocalipsis. Es un proceso que aparece hasta en el Antiguo Testamente ( el sueño de las vacas flacas y las gordas del faraón).

En resumen, que estamos mejor preparados en mi opinión para afrontar las dificultades que todos conocemos en este momento. El gobierno está jugando a insuflar esperanza a los agentes económicos: familias y empresas, fundamentalmente. Algunos creen que mantiene una postura ingenua, pero su pesimismo contagiaría a los demás. Y todo ello con un lenguaje en el que prima la protección de las prestaciones y derechos sociales (sólo faltaba en un gobierno que se proclama socialista). La oposición de derechas, a proponer alternativas a los planes del gobierno: de lo último que he oído han sido bajadas de impuestos. Y, entre medias, discusiones acerca de si se debe ayudar a sectores en crisis como el inmobiliario. Lo normal en un país moderno, vaya. Así que sin querer minimizar las consecuencias e implicaciones de la crisis, cometeríamos un error si saliéramos a la calle a decir que “¡España se va a pique!”.