sábado, 30 de mayo de 2009

"El derecho a la vida de fetos y embriones es más importante que las vidas arrasadas de los niños abusados en nuestros colegios."




Así, tan pancho, se ha quedado el obispo Cañizares. Ellos creen que, comparado con el aborto, los abusos sexuales a niños que el mismo cardenal reconoce son una menudencia. Y es que la Iglesia Católica no ha desperdiciado la oportunidad de mostrar su cara más rancia y reaccionaria otra vez más. Esta vez, a raiz del descubrimiento de cientos casos de pederastia en colegios de Irlanda. Cuidado, porque según Wikipedia, también es fundador y presidente de la Asociación Española de Catequistas.



Esta frase entraña varias tremendas verdades:

1. La primera, que el sacerdote reconoce la existencia de abusos sexuales en los colegios. Entiendo que cualquier ciudadano con el mínimo sentido cívico debería acudir a los tribunales. Ya os avanzo que no lo harán. Y siendo así, ¿no debería iniciarse una investigación por parte de la fiscalía para preguntar a este señor si conoce más casos como este y a sus autores?

2. A la Iglesia no le importa entrar en comparaciones tipo “y tú más” a la hora de expiar sus propios pecados, aunque estos sean tan graves como la pederastia o el encubrimiento de la misma. ¿Es esto lo que predicó Jesucristo? ¿En qué página de los evangelios se dicen cosas así?
3. La Iglesia sigue equiparando aborto con asesinato, trasnochado debate que hace más de 20 años la sociedad española superó. Ni siquiera cuando gobernaba el PP se habló de eliminar el derecho al aborto de las españolas. En cualquier país normal, no se obliga a las mujeres a ser madres. Son ellas las que, salvo excepciones normalmente relativas al estadio del embarazo, deciden.

Para colmo, el candidato del PP en las elecciones europeas, Jaime Mayor Oreja, ha salido en defensa de este individuo. ¿Es así como nos va a defender en Europa?

domingo, 24 de mayo de 2009

Elecciones Europeas: tú decides


Comienzo diciendo algo que no por obvio merece la pena olvidarlo. Las Elecciones Europeas volverán a confrontar dos proyectos. El de la derecha y el de la izquierda. El primero se jacta de haber creado riqueza, pero alentó la especulación financiera e inmobiliaria (acuérdense de aquel ministro del PP, Álvarez-Cascos, que afirmaba que si los pisos subían era porque la gente podía pagarlos). En segundo lugar, la derecha siempre ha defendido que sea la mano invisible del mercado la que guíe y decida nuestro futuro. Un mercado que nos ha llevado a esto: crisis económica, instituciones financieras al borde de la quiebra, paro y destrucción de riqueza en un contexto, además, de crisis medioambiental y energética global (el barril de petróleo llegó a 150 dólares, situación que podría volver a repetirse).


La respuesta de la derecha frente a la crisis es siempre la misma: dejan de proclamarse liberales para exigir una acción decidida del Estado que, con nuestros impuestos, relance la actividad económica y salve aquellas empresas que ellos consideran “demasiado grandes para caer”. Asimismo, ¿Dónde ponen el acento del ajuste? Donde siempre, sobre los trabajadores. Como otras veces, sus frentes son 3:

1. Salarios, que deben contenerse para detener la destrucción de empleo. Ya tenemos a la CEOE pidiendo a gritos que nuestros salarios, de los más bajos de Europa, sigan conteniéndose tras años de no ganar poder adquisitivo.

2. Jubilaciones, que deben retrasarse y reformarse ante la insostenibilidad del sistema. Nada más y nada menos que el Gobernador del Banco de España ha vuelto con el argumento de la demografía y el número de jubilados que vamos a tener que mantener.

3. Y, en el caso particular español, reducir las indemnizaciones por despido. Como si estas fueran las causas de la recesión.

Esta es la tesis que plantea la derecha: el mercado no es responsable del desastre, sino que se le debe ayudar a retomar la senda correcta con estas medidas y un nuevo modelo económico de mayor precariedad para los trabajadores. Además, en un contexto de globalización, la respuesta tiene que ser también global. Europa debe afrontar así la crisis.

Naturalmente, el Partido Popular comparte esta estrategia: proponen como candidato a Jaime Mayor Oreja, aquel de “¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo si hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad?” O que dijo que el aborto era un “falso derecho”. Durante estos días el mencionado candidato se va a hartar de decirnos lo grave que es la situación y la necesidad de realizar grandes esfuerzos. Eso sí, no va a decir nada de la necesidad de afrontar serios problemas medioambientales o de dependencia energética, pues los desconoce y no parece poder sacar de ello un rédito electoral. Ningún candidato del PP se atreve a decir en campaña que hay que bajar los salarios y la protección social, aunque lo piense. Jaime Mayor Oreja era, además, ministro del gobierno del PP cuando en 2002 impulsaron el “Decretazo” y provocaron la huelga general del 20-J. Aquel ataque a los derechos sociales y laborales de los trabajadores se producto en un contexto en el que la economía española creaba empleo.

El segundo aspecto que va a caracterizar la campaña electoral de la derecha española y catalana será la gestión de la crisis que se está haciendo desde los gobiernos de Catalunya y España. Y la crítica a esta gestión será su eje de campaña: nos dirán que el gobierno no anticipó la crisis y que está restándole importancia a sus consecuencias, que no tiene ideas y que se bate en retirada ante las dificultades. Resulta paradójico, por utilizar un término suave, que se utilicen las elecciones europeas para discutir asuntos domésticos.

Sin embargo, mi diagnóstico es algo distinto: ya durante las elecciones generales de 2008 se anticiparon medidas contra la recesión económica (especialmente famosa fue aquella de los 400 euros). Por otro lado, el gobierno debe contribuir al optimismo, que no significa olvidar la crisis. En tercer lugar, el esfuerzo de los gobiernos de izquierdas de Catalunya y España se centra en 3 frentes:

1. Apuntalar el sistema financiero, para que el crédito a empresas y particulares siga fluyendo. También se están tomando medidas para que los pagos de las administraciones públicas sean más ágiles.

2. Aumentar el gasto público en infraestructuras (el Plan E) para compensar el descenso del gasto privado.

3. Mantener y ampliar la protección a los nuevos desempleados, ya sea mejorando las coberturas por desempleo y/o facilitando los pagos de la hipoteca.

Son medidas similares a las que se están tomando en otros países, con la diferencia de que, en relación al PIB, el esfuerzo español es de los mayores del mundo, según reconoce la OCDE. Ahora bien, no se culpa a los trabajadores de la situación y no se le exigen mayores sacrificios que los que ya está soportando. Esta es la gran diferencia: Juan Fernando López Aguilar y Jaime Mayor Oreja representan proyectos antagonistas y éste último está más preocupado por socavar la posición del gobierno de Zapatero que por dar una solución a las alarmantes cifras de desempleo de nuestra economía. El primero alentará la participación, sabedor de que ésta perjudica en primer lugar a nuestra democracia. Propondrá una estrategia para relanzar la economía frente a la crisis. Nos hablará claro de cambio climático y de la necesidad de una estrategia europea de lucha contra el mismo. Defenderá una mayor integración y una Europa social que proteja a sus ciudadanos, una política energética basada en una menor dependencia del exterior y en la utilización de fuentes de energía renovables, una política migratoria eficaz, proteger la diversidad cultural y lingüística de Europa o defender la igualdad de género. ¿Qué va a proponer el ex ministro de Aznar?