Hoy he tenido un día fantástico. Y aunque normalmente no hablo de mí en los blogs, esta vez haré una pequeña excepción: he tenido una reunión con un importante cliente al que hemos persuadido de que tenemos un producto fantástico que le va a reportar (y nos va a reportar) un buen negocio. Después he ido a comer a un restaurante vasco donde he probado, entre otras cosas, unas almejas en salsa verde y la mejor cuajada de mi vida. Todo regado con Rioja. He tenido tiempo de visitar el bosque de Oma, el bosque pintado de Agustín Ibarrola y, antes de volver, he sabido que te recuperas de la operación que te tenía tan preocupada. Lo mejor está por llegar. Subid los altavoces, que os dejo con el tardío éxito de Israel Kamakawiwo'ole.
Aquí pude pasear: cubierta por un bosque de pinos, el pintor y escultor Agustín Ibarrola concibió el Bosque animado o Bosque de Oma, pintando en los troncos de los árboles figuras humanas, animales y geométricas que dotan de habitantes mágicos al bosque, algunos de los cuales sólo se hacen visibles desde posiciones determinadas, en las que las imágenes de distintos troncos forman una imagen conjunta .
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