domingo, 31 de octubre de 2010

Marcelino Camacho no iba a misa




Ha muerto Marcelino Camacho. Por mi parte, me quedo con la imagen que tengo de él de luchador incansable. Sin embargo, quisiera aprovechar esta despedida para contar una anécdota bastante curiosa.




Era el año 2001, 19 de agosto. Yo volvía a casa y aprovechaba para llevar a un amigo (te acuerdas, ¿Tomy?) a su pueblo. Durante el camino comentamos que Marcelino Camacho pasaba el verano en La Rasa, una pedanía de Soria. Pensamos en acercarnos por allá y, voilà, allí estaba. Marcelino Camacho en persona. Tomando el sol frente a su casita en verano. En ese momento estaba leyendo El País. Recuerdo también que tenía varios recortes de artículos de diario (una costumbre curiosa e interesante que internet desterrará pero que algunos de mis familiares aún conservan) en una carpeta de esas de cartón con goma. También creo recordar que tenía las canillas al aire y que, teniendo en cuenta que era el mediodía de una jornada canicular, no llevaba un jersey de cuello vuelto sino una camisa de manga corta.
Mi amigo y yo bajamos y le preguntamos si, en efecto, era él. "Sí, yo soy." "Es un honor saludarle." "Gracias". Nos estuvo hablando de la unidad necesaria de la izquierda. Fue bastante amable con nosotros y toda una experiencia que no olvidaré. Ah, sobre la una y media de la tarde más o menos pasaron 2 mujeres que venían de misa dominical. Se produjo un momento berlanguiano, la verdad. Ellas preguntaron al mismísimo Marcelino Camacho como es que no había ido a misa (aún no entiendo el motivo, si conocían al personaje). Su respuesta fue que él no iba mucho, no. Mi amigo y yo tuvimos que contener en ese momento la risa.

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