Hace pocos días tuve la sobrecogedora oportunidad de visitar Belfast. No imaginaba que en Europa aún existeran muros que dividieran comunidades. Pues existen, y sus alambradas son capaces de cortar las manos de aquellos que se atrevan a cogerlos. Pasen, vean y horripílense.Es cierto que existen muros tan altos como los que vi en Irlanda del Norte y que, aunque no sean de cemento y acero, cortan, dividen y matan. Y tan cerca que no hace falta que diga a lo que me refiero.
En cualquier caso, lamento profundamente que haya generaciones que crezcan y jueguen ante un mural de un héroe-asesino. Creo que una sociedad que se permite eso está podrida por años de guerras y violencia y les deseo que algún día puedan vivir en paz. Eso sí, hace falta que alguien se moje y llame a las cosas por su nombre. Violencia es violencia, matar es matar y represión es represión. Lo fácil es dejarse llevar por tal o cual bando. Curiosamente, aquel en el que tuviste la casualidad de nacer. Lo difícil es tomar partido por la paz y la justicia sentarse frente a tu enemigo a negociar. Pero es necesario. Mejor dicho, imprescindible. Me quedo con otro de los murales que vi, una reproducción del Gernika ante la que me pude fotografiar orgulloso con mi hermano Félix, Paco y Tomi. Eso sí, sobre el muro aún hay alambre de espino.
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